miércoles, 31 de marzo de 2010
Volvemos a encontrarnos con Clear Rivers, la única superviviente del vuelo 180 en la primera película. Ha decidido encerrarse en lo que considera un lugar seguro -un hospital psiquiatrico- y vive aterrorizada por la convicción de que la muerte va a ir en su busca como lo hizo con todos sus amigos. Puede que Clear esté loca pero no se equivoca. La muerte se aproxima por la autopista 23, dirección sur. En el viaje de fin de semana con sus amigos, Kimberly Corman (A. J. Cook) ve como un camión que transporta enormes troncos de madera pierde el control y con ello toda la carga, provocando una espantosa reacción en cadena que deja un rastro de metal torcido y cadáveres entre los que se encuentra ella misma. Un momento después Kimberly se encuentra atrapada por el trafico del carril de entrada a la autopista, entre la fila de coches que momentos antes había visto como un montón de chatarra. Ha sido solo una visión. Pero ¿ha sido también un aviso? Kimberly decide actuar y bloquear la entrada a la autopista 23 hasta la llegada de un joven agente de policía. Los conductores se quejan y no dejan de tocar sus vocinas... hasta que su premonición cobra vida delante de sus ojos. Pero Kimberly sabe que no terminado. La muerte no se deja engañar tan fácilmente. El grupo de desconocidos -que en la visión de Kimberly estaban destinados a morir en el desastre- debe unirse a ella en una escalofriante carrera contra el tiempo y contra su propio miedo a fin de hacer lo que no pudieron hacer -salvo ella- los pasajeros del vuelo 180: sobrevivir.
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